
Y fue amor de lejos, porque cada vez que
hablábamos sentíamos que estábamos en el mismo lugar. La distancia pasó a ser
otra y el idioma uno solo: el amor. Fue amor de lejos, porque al final sí contaba el
amor, sí importaba la distancia y sí ganó el idioma. Y fue amor que todavía
desprende lágrimas de mi alma en días de pena y tormento.
Ahora sigo esperando que me sigas amando y que
nuestro amor no haya quedado en simplemente, cartas.