¡Te amo, te amo tanto! Quisiera gritarlo, decírselo a cualquier persona que se cruce en mi camino, que todo el mundo sepa que sos la única persona a la que quiero ver al despertar y con la única con la que quiero dormir por las noches. Las palabras, las letras, los puntos y las comas son escasas si tengo que describir lo que me haces sentir, lo agradecida que estoy por lo que me das día a día, porque cuando estoy con vos soy otra persona, alguien mejor. Siempre juntos, a pesar de todo lo que pueda llegar a pasarte, a pasarme, a pasarnos. Estar con vos y que el tiempo pase más lento. Abrazarte y desconectarme de todo. Mirarte, verme a través de tus ojos y saber que no me quiero ir de tu lado nunca. Cada momento vivido es inolvidable, sos absolutamente todo y no puedo imaginarme con alguien más. 

¡Te amo, te amo tanto!

Y entonces abres los ojos y te das cuenta de que en la vida real no se dicen esas frases de película, que nadie cruzaría un océano para abrazarte cuando tengas frío, que las historias de amor sólo existen en canciones, que las personas dicen mentiras, que siempre será más fácil perdonar que olvidar y que las cosas nunca vuelven a ser lo mismo.

Al día siguiente,

cuando ella ya no está, 

te ves queriendo huir

pero sin saber de qué.

Y entonces lo entiendes:

ningún viaje fugaz

entre unas piernas

te dará eso que buscas.

Sí. Es entonces cuando realmente lo entiendes:

el amor consiste en una cara

donde quedarse a vivir.