miércoles, 8 de mayo de 2013

Una mañana él recibió una llamada de su ex novia, invitándolo a charlar. Tomó una ducha, se arregló y pensó en decirles a sus amigos que ella le había llamado, pero prefirió dejarlo en privado. El joven se dirigió al parque, se acercó al pequeño muelle y se sentó. Miraba a la gente pasar y entre la multitud, la vió, se acercaba a él de forma misteriosa, estaba extraña, tenía puesto un vestido blanco que hacia ver en su rostro una extraña palidez, su mirada reflejaba una paz inmensa, lucía tan hermosa.
El intentó hablarle pero ella le dijo sin rodeos "caminemos", la joven comenzó la conversación; "he sabido que has estado triste y que has tenido muchos problemas, te he soñado, te he escuchado gritar afuera de mi casa y no me acercaba a ti debido a las circunstancias, debido a tontos orgullos, yo sé que tú no querías saber nada de mí, y no te culpo. Ambos nos hicimos mucho daño y logramos alejarnos. No vengo a discutir, no vengo a pedirte perdón, solo he venido a decirte que aunque las cosas no se arreglaron en su debido momento, yo creo que nunca es tarde. Esperé a que tú me llamaras, pero tu llamada nunca llegó, el esperarte, el pensar en ti, borró mi apetito, se robó mis días de sol y me fue venciendo poco a poco. Sin embargo guardé fe y dije "él llamará" y nunca lo hiciste. Grité tu nombre mil veces, qué lástima que no me hayas escuchado: qué lástima que no me hayas llamado, pero ¿sabes? creo que nunca es tarde para perdonar y si te pedí que vinieras al parque fue para entregarte esto". Le entregó en sus manos una cruz, la cual era símbolo del amor de los dos, "esta cruz es mi cuerpo, es quien soy, te amo y quiero que la conserves contigo por el resto de tu vida". El acompañó hasta su casa a su ex novia, ella le pidió que por favor la esperara afuera y el accedió. Se quedó 10 minutos esperando y no regresaba. De pronto escucho voces y vió salir de la casa a los amigos de ella, todos con cara triste y ojos llorosos lo abrazaron y le dijeron: "Se nos fue". 
Entró corriendo a la casa y vio a su madre abrazada al cadáver. El joven le pregunto a la señora que sucedió; "Dice el doctor que murió de tristeza, ella dejó de comer, no sabemos si el desamor la alejo de todo, no sabemos si el sentimiento de culpa la hizo infeliz, te ha dejado esta carta". Él comenzó a leer; "¿Sabes amor? Yo también sentí lo mismo que tú, el aire empieza a faltarme, intento gritar pero no puedo, luces blancas iluminan mi recámara, me voy para siempre. Gracias por haber ido al lago, gracias por estar aquí. Aunque en vida no me pudiste perdonar, sé que ahora lo harás frente a mi".