Cometí muchos errores. Lloré por quien no debía y reí con
falsas amistades. Tropecé dos veces con la misma piedra y cuando pensaba
que ya no lo haría más me empujaron y caí estampada con la tercera. Perdoné
mucho, hasta que me tomaron por tonta. Callé “te quieros” que
por miedo o por inseguridad se quedaron en el aire y los regalé simplemente por
cumplir. Hubo veces que me desperté con ganas de comerme el mundo y otras que
parece que el mundo me comía a mí. Grité con fuerza pero mi voz nunca salía. Silencié
verdades por no hacer daño. Salí sin ganas de fiesta y volví con los tacos
rotos de tanto bailar. Hubo días que dormía sólo para poder verte en mis sueños
y días en los que no podía dormir pensando que a la mañana siguiente te tendría
a mi lado. Pasé por fases; fuí una inmadura e insensible y maduré a cachetadas.
Creí en lo imposible hasta que se destrozaron mis metas. Abracé a la
persona que pensé que nunca me haría daño y me dí cuenta de que esa persona no
se merecía ni el roce de mi piel. Besé con dulzura
y con pasión. Canté en la ducha hasta que mi garganta no pudo más. Hubo días
que me sentía preciosa y otros que no quería ni mirarme al espejo. Disfruté de
pequeños detalles…y aprendí poco a poco en qué consiste la vida. El secreto de la
vida está en no arrepentirse de nada y afrontar todo con una sonrisa. El secreto de la vida está en vivirla.