Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de de esta
torpe
muchacha que
te quiere,
pero cuando yo
abro
los ojos y los
cierro,
cuando mis pasos
van,
cuando vuelven,
niégame el pan,
el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me
moriría.